Estudiante de primer año: aislada colapsé

El texto a continuación es el testimonio de una estudiante francesa de primer año publicado en enero de 2021 en el sitio de La ZEP al cual contribuye AFEV Francia y que hemos traducido al castellano. Maxine cuenta su experiencia de las clases a distancia y de cómo irrumpe la crisis sanitaria en su cotidiano, entre dificultades escolares, malestar psicológico y sentimiento de abandono por parte de la universidad.

Estaba ansiosa de empezar mis estudios superiores a principios de septiembre. ¡Nueva ciudad, nueva vida! Pero el Covid lo arruinó todo.

Sola en mi estudio, las únicas actividades que tenía eran dormir, mirar mi móvil o mi ordenador, y sobre todo, pensar. Pensar, cuando estamos viviendo esta situación sanitaria es bastante agobiante. Dado que pasaban muy pocas cosas en mi cotidiano, el más pequeño pensamiento, relación o situación que me preocupaba se convertía en una obsesión a la cual daba vueltas constantemente. Pasaba mis días y mis noches en mi cama, triste y aburrida. Por más que me decía a mí misma que sólo era un periodo, no lograba superarlo. ¡No era para nada lo que me esperaba para mi primer año de estudios!

He llegado a Lyon a finales de agosto, unas semanas antes de mi entrada a la universidad, para poder disfrutar de la ciudad y de las actividades que ofrecía antes de empezar mi primer año de LEA (Lenguas Extranjeras Aplicadas) en la Universidad de Lyon 2. A pesar de las muchas complicaciones para conocer a gente en la universidad debido a la crisis sanitaria, conseguí hacerme un par de amigos. Sólo tuve algunas semanas para adaptarme al trayecto «casa-universidad», al campus y a las clases, que llegaron las vacaciones de otoño y, lamentablemente, el fin de las clases presenciales. 

La universidad ha abandonado poco a poco a los estudiantes

En cuanto volví de las vacaciones, empecé las clases a distancia. Como la universidad había tenido poco tiempo para organizarse, tenía muy pocas clases que continuaban. Teníamos algunos deberes sin embargo, pero sobre todo exámenes. No tuve para nada la impresión de hacer exámenes para convalidar o no mi semestre, sino de entregar simples deberes, y era bastante especial.

Desgraciadamente, después del periodo de exámenes, ya no teníamos trabajo. La universidad fue «abandonando» a los estudiantes, dejándolos poco a poco sin noticias. Algunos profesores dejaron de darnos trabajo, los correos electrónicos de información de la universidad se hicieron cada vez más escasos. Tenía la impresión de que el seguimiento disminuía, y así sigue siendo hoy. Durante el segundo confinamiento*, no tenía ningún trabajo que hacer para mantenerme ocupada en mi apartamento y tampoco ninguna actividad afuera. Y el problema de estar sin trabajo es que estás aplazando en todas las áreas.

*En Francia, se decretó un segundo confinamiento entre finales de octubre y mediados de diciembre de 2020.

En una columna para Libération, Yannick Trigance e Isabelle Rocca subrayan el impacto de esta crisis sanitaria en toda una generación de estudiantes: «El sufrimiento psicológico, social y educativo de los estudiantes es particularmente agudo desde las decisiones de confinamiento y de restricción de acceso a las instituciones.»

«Universidades, punto ciego del gobierno. La gestión de la crisis por parte del Ministerio de Educación Superior y de la Investigación pone en peligro a toda una generación de estudiantes».

Me levantaba alrededor de las 12-13 para tener menos cantidad de día que aguantar y, en ese período, a las 17:30, se hace de noche. Mis días eran cortos pero incluso así no conseguía dormirme antes de las 2 o 3 de la mañana. Veía series, películas, vídeos en mi ordenador o mi móvil. Empecé a dibujar un poco para intentar no pasar todo el tiempo en las pantallas pero seguía siendo el entretenimiento más habitual.

Mi alimentación: pasta y cereales

La alteración de mi sueño provocó una alteración de mi alimentación. Era bastante complicado encontrar la motivación para hacer las compras, pero sobre todo para cocinar. Así que empecé a comer principalmente pasta y cereales, ¡pero sin saltarme las comidas! Como era la primera vez que tenía que hacer las compras sola, tanto de alimentos como de otras cosas, la motivación desapareció bastante rápidamente. Era realmente la única que podía manejarme y era algo a lo que no estaba acostumbrada hasta ahora.

Este periodo de un mes y medio aproximadamente fue muy complicado porque todos los días eran iguales, no podía ver a nadie ni hacer mucho. Hace poco, después de que todos los exámenes terminaran, la universidad dejó por completo de enviar correos electrónicos y sólo tenía dos clases de cinco. Otra vez sola. Mis amigos cercanos están todos en ciudades diferentes y tienen clases normalmente, entonces mi ritmo de vida es muy diferente del suyo. Ya había pasado el primer confinamiento con mi familia, sabía lo que me esperaba y no tenía ganas de vivir la misma situación una vez más. Pensé que era más fácil tener que soportarme a mí misma en vez de tener que soportar a mi familia. Así que me quedé.

Una pequeña depresión que hubiera preferido evitar

Había planeado volver donde mis padres para las fiestas navideñas pero comencé a sentirme realmente muy mal y enferma. Terminé por regresar más temprano porque la situación se hacía insoportable. Fue entonces cuando me enteré, conversando con varias personas que trabajan en el campo de la medicina, ¡que había empezado una pequeña depresión que hubiera preferido evitar!

A pesar de que todavía es complicado prever la reanudación de las clases, estoy tratando de aguantar hasta el final del curso para no perderlo. Decidí ir a casa de mis padres más seguido para tomar aire fresco de vez en cuando. Sin embargo, planeo dejar la univerdidad el año que viene y orientarme a una escuela donde el seguimiento sea mucho más asiduo, para evitar volver a perderme en los estudios. 

Maxine, 18 años, estudiante, Lyon

Fuente original www.la-zep.fr

Créditos foto Hans Lucas // © Daniel Derajinski

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